lunes, 9 de noviembre de 2009

Otoño.


Me pregunto en qué medida los sueños son un fiel reflejo de la realidad, o hasta qué punto pueden mostrarte cosas que hasta ese momento aparecían ante ti dudosas o un tanto difuminadas.


La soñé el otro día, mirándome con desprecio, odiándome. La soledad me esperaba en la esquina siguiente en donde ella decidió no andar más de mi mano. Fue un sueño intenso, duro, con sabor a chocolate amargo. Me desperté sintiéndome parte de otro mundo, desolado por haber perdido ese recuerdo tan dulce que ella había implantado en mi piel. Y me desperté con el desamparo que marca la cruda realidad de sentirme nuevamente en manos de la fría soledad.


Al día siguiente la soñé tal y como en mi mente está marcada su esencia, dulce, entregada, pasional. Auténtica.

Pero fue en ese momento, después de soñarla dos días, después de imaginarla en tan distantes situaciones, después de semejante torrente de emociones con los ojos cerrados, sólo en ese preciso instante pude darme cuenta de lo que significaba realmente ella para mí. Alguien capaz de romper mi paz, hacerme reír, llorar, sentir en definitiva.


El destino juega conmigo una vez más, mostrándome oníricamente una nueva carta, un nuevo as en la manga.


Te recuerdo mientras resuenan las gotas de lluvia. Apoyado en la ventana, el reflejo de mis ojos en el cristal antes de mirar a través de él. Las gotas caen con fuerza hasta estrellarse contra el suelo. Dirijo la mirada hacia el cielo cubierto y gris... vuelve la mirada hacia abajo... grandes charcos.


Te siento más cerca, hoy es un paso más.


Ya es oficialmente otoño. Bienvenidas las hojas a mi bolsillo y el paraguas de cuadros.

martes, 3 de noviembre de 2009

Gaia


Mis lágrimas rozan la más ínfima ladera, incluso aquellas que aún no habéis pisado, pero que seguro pronto alcanzaréis. Lágrimas de llanto, en silencio, olvidadas, lágrimas en forma de lluvia ácida, de huracán, de deshielo o de cambio climático, lágrimas que no se ven o no se quieren ver.

Para mí este no será un año más, sino uno menos. Mis mayores tesoros se ven arrasados, habéis profanado cada parte de mi cuerpo, cada rincón ha sufrido un destino opuesto al de su creación.

Y llegará un nuevo año, y una vez más abriré mis ojos al sol, y observaré cuán inconscientes sois, me detendré sobre mis propios pensamientos, viendo como la especie más potente que jamás ha existido se torna en la más débil, condenándose a un final absurdo

Pero claro, vosotros no lo veréis, no seréis vosotros los que sufráis, pero yo sí seguiré aquí, y con estos mismos ojos veré como vuestros hijos carecen de agua, de oxígeno, como todo se tornará inhabitable, y perecerán, lamentando que jamás nadie pensó en ellos.

Y por eso este, como viene sucediendo ya de un tiempo a esta parte, ha sido un año en el que se incrementan los datos y se acortan los plazos. Incendios, contaminación, basura y más basura sobre mis pies, sobre mi esencia. Pero cómo voy a pediros que me respetéis a mí cuando ni siquiera lo hacéis entre vosotros. Una especie con líderes de masas preocupados solamente por el sabor de la gloria, por el poder, olvidándose de lo que su pueblo realmente necesita, reelegidos una y otra vez por la estupidez humana. Guerras, matanzas estudiantiles, maltratos a congéneres y vejaciones a animales.

Muero día a día. Será la primera ocasión en que el asesino no verá morir a su víctima, pero lo haré, os aseguro que lo haré. Y os olvidaré, y sólo recordaré el beso de amor de la niña a su madre, el amigo que da la mano a otro que acaba de caer, el jardinero que planta un árbol, el que cierra un grifo a tiempo, el que recoge a un animal herido...



Gracias por ser tan maravillosos, gracias por ser tan necios.



Vuestra Madre Tierra.